Madrid, Teatro de la Zarzuela: “Los diamantes de la corona”

Teatro de la Zarzuela – Temporada 2014-2015
“LOS DIAMANTES DE LA CORONA”
Zarzuela en tres actos, a partir de la opéra-comique de Eugène Scribe y Jules-Henri Vernoy de Saint Georges, con texto de Francisco Camprodón
Música de Francisco Asenjo Barbieri
Catalina SONIA DE MUNCK
Diana MARINA PARDO
Conde de Campomayor RICARDO MUÑIZ
Marqués de Sandoval CARLOS COSÍAS
Don Sebastián GERARDO BULLÓN
Rebolledo FERNANDO LATORRE
Antonio, monedero JOSEBA PINELA
Monedero/un ujier XAVI MONTESINOS
Monedero/un criado ANTONIO GÓMIZ
Muñoz/un escribano JOAQUÍN MANCERA
Monedero/regente 1º PEDRO PÉREZ
Monedero/regente 2º BOSCO SOLANA
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Coro del Teatro de La Zarzuela
Dirección musical Oliver Díaz
Director del coro Antonio Fauró
Dirección de escena José Carlos Plaza
Escenografía e iluminación Francisco Leal
Vestuario Pedro Moreno
Producción del Teatro de la Zarzuela (2010)
Madrid, 29 de Noviembre 2014

“En memoria de Rafael Frübeck de Burgos, quien en el año 2013 arregló sus compromisos para poder dirigir esta producción. “Los hombres hacen sus planes, pero la vida sigue su camino. Y el gran maestro Frübeck de Burgos nos ha dejado…” Paolo Pinamonti. Así introduce la presentación de este título el director del Teatro de la Zarzuela, Paolo Pinamonti quien acordó con el gran maestro la dirección de Los Diamantes de la Corona, falleciendo antes de poder llevar a cabo el tan querido acuerdo.
Y dentro de este ambiente de deseos perdidos, nos adentramos en una historia de princesas y bandidos. Una historia para soñar y para disfrutar como niños. Así se planteó esta zarzuela que vio la luz en su recuperación en el año 2010 y que se repone ahora en el Teatro de la Zarzuela con la misma frescura de entonces. La propuesta de José Carlos Plaza respira arte, sabiduría, esmero, implicación por los cuatro costados. El trabajo realizado se refleja en la interpretación de los cantantes que llevaron la representación con delicadeza y entrega consiguiendo un resultado extraordinario. El vestuario del afamado Pedro Moreno, quien fue homenajeado unos días atrás como reconocimiento a su carrera y la iluminación de Francisco Leal, ayudaron a crear ese clima de cuento y fantasía donde nos pudimos perder y sorprender en cada uno de los detalles. El libreto, con carácter histórico en lo referente al momento en el que se enmarca, en Portugal 1777, aunque no a los hechos en sí, se mezcla con rasgos del Romanticismo de la época perteneciente al momento de su elaboración y estreno en 1854. Se consigue así una amalgama seudohistórica donde personajes de la corte se mezclan con bandoleros, siendo la propia reina su cabecilla. El resultado del juego con estos elementos es un espectáculo lleno de magia, cuento, historia y, sobre todo, mucha diversión. José Carlos Plaza recupera la tradición de los telones pintados, utilizándolos con elegancia, finura y sencillez al mismo tiempo, creando un espacio escénico de cercanía y complicidad, tanto para los cantantes como para el público.
El elenco formado por voces conocidas y expertas, y otras no tan expertas pero igualmente atractivas y resueltas, fue el ingrediente mágico y fundamental para el feliz resultado de la noche. Encabezando el reparto, la soprano Sonia de Munck, Catalina, que dibujó cada uno de los personajes que representó con el carácter adecuado, desde jefa de la banda, pasando por dama aristocrática hasta desvelar su verdadera identidad en el tercer acto, como Reina de Portugal. Vocalmente también defendió cada uno de los momentos con la exquisitez que caracteriza a su canto, con buen legato, y con facilidad vocal. Especialmente destacó en su romanza del tercer acto “De qué me sirve, ¡oh, cielo!”, donde el público reconoció su valía vocal y su interpretación con abundantes aplausos. El tenor Carlos Cosías fue el alma conductora de la velada, no solo por su extraordinaria y desternillante actuación, sino también por la aportación vocal, segura y de calidad. El también tenor Ricardo Muñiz aportó a la función todo su saber en el recorrido de los escenarios y en el género, poniendo una guinda cómica y de experta madurez al espectáculo con su interpretación del Conde de Campomayor. La mezzosoprano Marina Pardo, Diana, hija de Campomayor, se metió en su papel al igual que sus compañeros, siendo cómplice de todos los entresijos dramáticos y destacó junto a Sonia de Munck en el celebérrimo bolero “Niñas que a vender flores…”. Otro de los pilares centrales de la escena fue el bajo-barítono Fernando Latorre, que pasó por diversos disfraces, al igual que Catalina, caracterizando cada uno de ellos con esmero y buen hacer, acompañado de un manejo de la voz de extraordinaria calidad y redondo caudal. Completó el elenco vocal el barítono  Gerardo Bullón encarnando a un sometido y divertido Don Sebastián, que también nos arrancó sonrisas. El Coro del Teatro de la Zarzuela realizó un buen trabajo vocal destacando sobre todo en sus intervenciones al inicio de cada acto. Óliver Diaz condujo con brío y cuidado al mismo tiempo  la Orquesta de la Comunidad de Madrid que sonó tan brillante como las joyas de la corona. En conclusión, una extraordinaria velada llena de buena música, buenas voces y extraordinariamente vestida, tanto en los elementos escénicos como en los atuendos de los integrantes.