Madrid, Teatro de la Zarzuela: “Trilogía de los fundadores”

Madrid, Teatro de la Zarzuela – Temporada Lírica 2013/2014
TRILOGÍA DE LOS FUNDADORES
“CATALINA”

Zarzuela en tres actos de Luis Olona y música de Joaquín Gaztambide, estrenada en el Teatro del Circo de Madrid, el 23 de octubre de 1854
Edición crítica de Juan José Solana
(Ediciones Musicales Autor / Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2014)
Catalina VANESSA GOIKOETXEA
Berta MARTA MATHÉU
Pedro GUSTAVO PEÑA
Kalmuff JAVIER FRANCO
Iván FRANCISCO CRESPO
Miguel EDUARDO ALADRÉN
Centinelas ANTONIO GONZÁLEZ* DAVID BARRERA, DAVID VILLEGAS, JORGE MARTÍN
Catalina actriz NIEVE DE MEDINA
Berta actriz KARMELE ARANBURU
“EL DOMINÓ AZUL”
Zarzuela en tres actos de Francisco Camprodóny música de Emilio Arrieta, estrenada en el Teatro del Circo de Madrid, el 19 de Febrero de 1853
Edición crítica de María Encina Cortizo y Ramón Sobrino
(Madrid, Ediciones Musicales Autor / Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 1995)
Marquesa de San Marín SONIA DE MUNCK
Leonor de Haro MÓNICA CAMPAÑA
Herman MIKELDI ATXALANDABASO
Marqués de San Marín CÉSAR SAN MARTÍN
Felipe IV FERNANDO LATORRE
Valdivieso JUANMA CIFUENTES
“EL DIABLO EN EL PODER”
Zarzuela en tres actos de Francisco Camprodón y música de Francisco Asenjo Barbieri, estrenada en el Teatro de la Zarzuela, el 11 de diciembre de 1856
Edición crítica de Ana Llorens Martín
(Ediciones Musicales Autor / Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2014)
Elisa de Montellano RUTH INIESTA
Enriqueta de Ubilla MARIFÉ NOGALES
Princesa de los Ursinos ELENA DE LA MERCED
Antonio de Ubilla JOSEP-MIQUEL RAMÓN
Conde del Sauce EMILIO SÁNCHEZ
Conde de Montellano FERNANDO LATORRE
Auvigni MATTHEW LOREN CRAWFORD*
El diablo EMILIO GUTIÉRREZ CABA
*Miembro del Coro del Teatro de la Zarzuela
Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro de la Zarzuela
Coro del Teatro de la Zarzuela
Dirección musical José María Moreno
Director de coro Antonio Fauró
Dramaturgia escénica Álvaro del Amo
Vestuario Pepe Corzo
Iluminación Nicolás Fischtel (AAI)
Maestra repetidora Cristina Presmanes
Ayudante de vestuario Isabel Cámara
Ayudante de iluminación Óscar Gallardo
Asistencia de escenografía Marianela Morales
Telones de Francesco Zito, para la producción Lauriane (2006), de Augusto Machado. Cedidos por Teatro Nacional de São Carlos de Lisboa.
Realización del vestuario Sastrería Cornejo
Madrid, 4-7-11 Junio 2014

La apuesta del Teatro de la Zarzuela al programar la “Trilogía de los fundadores” tenía un objetivo muy claro: rescatar para dar a conocer tres obras del Romanticismo español que fueron creadas por sus respectivos compositores siguiendo una afinidad común. A pesar de que cada uno provenía de un mundo musical diferente y había bebido de distintas fuentes y experiencias, los tres pusieron sus habilidades al servicio de un teatro lírico nacional. Las miradas que aportaron son diversas y se enriquecen las unas a las otras. Barbieri era musicógrafo y partidario del modelo de ópera cómica francesa, Arrieta se había formado en Italia y era partidario de la ópera italiana y Gaztambide era director de orquesta además de compositor. La ópera italiana que dominaba Europa a mitad del siglo XIX se hacía presente en la capital madrileña y había eclipsado el género español por excelencia, la zarzuela. Y no quedaba atrás la influencia de la ópera cómica francesa que también había llegado con pujanza. Partiendo de esta situación y de las experiencias de cada uno, Gaztambide, Arrieta y Barbieri decidieron dar un impulso al género español por excelencia, sin dejar de mirar a las formas que irrumpían en los países vecinos.
A la hora de presentar las obras, el Teatro de la Zarzuela optó por una versión en concierto, apoyada por una dramaturgia creada para la ocasión. Todo ello se aderezó con vestuario y algunos elementos escénicos, convirtiendo así el espectáculo en una semi -escenificación. La idea podría haber funcionado si hubiera habido una dirección de escena clara para que los cantantes adaptaran sus personajes al diseño en que se presentaba y los textos y personajes externos creados hubieran engarzado mejor. No había mucho espacio de margen para el movimiento, ya que el coro permaneció siempre en escena, oculto tras un coqueto telón prestado por el Sao Carlo de Lisboa para la ocasión. Los cantantes entraban y salían de escena, pero en ningún momento se apreció una intención clara de crear un ambiente teatral en el espacio. El resultado fue extraño, ya que no se vio aprovechamiento de las posibilidades en las que se decidió representar las obras. Esto desconcertó a gran parte de los asistentes, que no tenían claro qué era lo que estaban viendo, si zarzuela en versión concierto, tal y como se indicaba en las entradas y la programación, o un apaño con vestuario para la ocasión. El caso es que al menos, acompañar a los personajes con los diseños de Pepe Corzo, ayudó a situarse temporalmente en los ambientes diferentes en los que se ubicaban las obras. La labor de la dramaturgia fue encargada al experimentado dramaturgo y cineasta Álvaro del Amo. Para ello, se extrajeron todas las partes habladas y se reescribió el texto creando así una nueva trama argumental que no afectara en absoluto a la parte musical, sino que la potenciara. Cada uno de los títulos contó con su propia reescritura del texto hablado. El resultado fue diverso. En el caso de Catalina, la combinación de actrices que representaban a las dos cantantes protagonistas no funcionó. El sistema epistolar de comunicación que se quiso mostrar tal y como acontecía en la época resultó frío y como un pegote que no encajaba con la parte musical. Ambas actrices, Nieves de Medina y Karmele Aramburu, se situaron cada una a un lado del escenario con sus respectivos escritorios y dialogaron entre sí, contándose en voz alta lo que se escribían. Más que clarificar casi confundía, quizá también porque no supieron dar el tono y la caracterización adecuada a los personajes que representaban, Catalina y Berta respectivamente. La zarzuela que mejor funcionó fue El dominó azul. En esta ocasión, se creó un personaje nuevo, que no pertenecía a la historia inicialmente, un modisto de la corte que iba contándonos todos los entresijos y desvelando los secretos y las intrigas de las damas que acudían a él para encargar su vestuario. El actor Juanma Cifuentes encarnó este personaje, Valdivielso. Y en este caso, sí funcionó, su forma de contar, de moverse en escena, de interactuar con los personajes fue realmente un plus para la extraordinaria obra musical de Arrieta. Y finalmente, con El diablo en el poder, volvimos a retroceder. Aquí se optó por dar protagonismo a la figura de “el diablo” creando así este personaje que va narrando la historia. La actuación del actor Emilio Gutiérrez Caba, resultó poco dinámica e insegura, frenando el desarrollo de la trama más que aportando valor.
En lo que respecta a la parte musical, el nivel y la calidad de los cantantes fue muy bueno en líneas generales. Hay que tener en cuenta que estas obras se han recuperado por lo cual no están dentro del repertorio de ningún cantante. Y si algo tienen en común las tres es la dificultad de algunos de sus números. Abundan los cambios de tiempo, con alternancias binarias y ternarias características en Catalina. Las estructuras rítmicas son complicadas en ocasiones, bien por su diversidad o por su propia organización, como constatamos en El dominó azul. La orquesta es muy rica en colores, timbres y tiene su propio protagonismo, lo que se ve claro en El diablo en el poder.
Teniendo en cuenta todos los aspectos contados hasta hora en relación con el texto y la música, el elenco vocal de los tres títulos aprobó con nota. Añadimos un sobreesfuerzo a la ya complicada música, y fue el tener que sobrepasar a una orquesta que a pesar de tocar la partitura con dominio, abusó de volumen. El director musical José María Moreno, se dejó llevar en exceso por una actitud enérgica, lo cual es de agradecer, pero no fue capaz de contener el volumen de la Orquesta de la Comunidad de Madrid para que las voces no tuvieran que realizar un esfuerzo mayor aún por sobrepasarla. En Catalina nos quedamos con la soprano protagonista Vanessa Goikoetxea por su claridad vocal e igualdad en su registro y del elenco masculino destacamos la labor de los tenores Gustavo Peña y Eduardo Aladrén, en los roles del zar Pedro I y Miguel, hermano de Catalina, respectivamente. El bajo Francisco Crespo como Iván y el barítono Javier Franco aportaron sus dotes vocales que contribuyeron, junto con la soprano Marta Mathéu y el resto del elenco, al buen resultado musical, salvando los inconvenientes orquestales ya nombrados. En El dominó azul destacó la labor de Sonia de Munck y César San Martín, como Marqueses de San Marín, aportando picardía y desenvoltura en escena así como una acertada solvencia vocal y, por otro lado, el tenor Mikeldi Atxalandabaso, que nos ofreció algunos de los momentos de mayor lirismo y calidad. Para completar Fernando Latorre, un excelente Felipe IV. En el título que cerró la trilogía, El diablo en el poder, nos encontramos con gran riqueza de recursos musicales en la partitura, y también en las voces de los intérpretes. Destacó especialmente el tercer acto, de gran belleza y dificultad, sobre todo la romanza de inicio que interpretó con gusto Elena de la Merced, Princesa de Ursino, y el cuarteto que a continuación sigue, en el que a ella se unen la soprano Ruth Iniesta (Elisa de Montellano), con voz de excelente cualidades, el barítono Josep-Miquel Ramón (Antonio de Ubilla) y el bajo-barítono Fernando Latorre (Conde de Montellano). Ambos aportaron calidad al conjunto destacando especialmente el color y la textura vocal de este último. Completaron el elenco el tenor Emilio Sánchez, aportando su experiencia y buen hacer y la mezzosoprano Marifé Nogales. Como conclusión a esta novedosa idea de programación podemos decir que el público se sintió en general satisfecho. Lo más importante, la recuperación de títulos que duermen en el acervo cultural de la música española. Fotos cedidas por Prensa del Teatro de la Zarzuela