Madrid, Teatro de La Zarzuela
“LADY, BE GOOD!”
Musical en dos actos de Guy Bolton y Fred Thompson
Música y letra de George Gershwin e Ira Gereshwin
Estreno en España
Dick Trevor NICHOLAS GARRET
Susie Trevor JENI BERN
Josephine Vanderwater GURUTZE BEITIA
Watty Watkins TROY COOK
Bertie Basset SEBASTIÀ PERIS
Daisy Parke LETITIA SINGLETON
Jeff White CARL DANIELSEN
Jack Robinson PARIS MARTIN
Shirley Vernon TALÍA DEL VAL
Manuel Estrada MANEL ESTÈVE
Ronald Parker SERGIO HERRERO
“LUNA DE MIEL EN EL CAIRO”
Opereta en dos actos de José Muñoz Román
Música de Francisco Alonso
Versión escénica de Emilio Sagi
Eduardo DAVID MENÉNDEZ
Rufi ENRIQUE VIANA
Regidor/Secretario MANEL ESTÈVE
Don Celestino/Ministro De Lymburgo EDUARDO CARRANZA
Myrna MARIAOLA CANTARERO
Martha RUTH INIESTA
Marisa, La Sastra/Márgara MARÍA JOSÉ SUÁREZ
Pianista CELSA TAMAYO
Lucía Sánchez ISABEL GONZÁLEZ*
Chica/Hilda PALOMA CURROS*
Chica/Zelda CARMEN GAVIRIA*
Rosarito Alzada REMEDIOS DOMINGO
* Miembro del Coro del Teatro de la Zarzuela
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Coro del Teatro de La Zarzuela
Dirección musical Kevin Farrell
Director del coro Antonio Fauró
Dirección de escena Emilio Sagi
Escenografía Daniel Blanco
Iluminación EduardoBravo
Vestuario Jesús Ruiz
Coreografía Nuria Castejón
Nueva Producción del Teatro de la Zarzuela
Madrid, 8 de febrero 2015
Fascinados es el adjetivo que mejor describe como quedamos después de escuchar la música de estos maestros tan dispares geográficamente y partícipes de realidades tan diferentes, pero con puntos en común en sus composiciones. En los años veinte del pasado siglo, Gershwin triunfaba en Brodway con sus musicales y el Maestro Alonso, haciendo sus intentos por abarcar el género de la Zarzuela grande, pero también introduciendo la revista centroeuropea y otras composiciones de carácter más desenfadado cosechaba triunfos en España. En el primer caso, el americano obtuvo éxitos previos al estreno de la obra que nos ocupa, sobre todo con la celebérrima Rhapsody in blue cuya fama ha permanecido hasta nuestros días. Los triunfos en Brodway, apuntaban a que su Lady, be good fuese bien acogida, y así es como sucedió. Al mismo tiempo que Gershwin cosechaba sus éxitos en Brodway, el maestro Alonso triunfaba en España con el género chico, con obras como Las corsarias y otras de su género en las que aparecerían números con claro sentimiento patriótico. Y aun siendo consciente de lo que suponía introducir otros elementos foráneos y sin abandonar el género chico y su toque pícaro, como en Las castigadoras o en Las Leandras, se arriesgó a componer una música diferente. Y así, en 1942, surgió con nuevos timbres y nuevos ritmos, influenciados por los musicales americanos, Luna de miel en El Cairo, obra que marcó un punto de inflexión en el teatro musical español. En cuanto al reparto en estas dos producciones, cantantes, actores, actrices, y cuerpo de baile, lograron un equilibrio perfecto, repartiéndose el peso entre todos. Los solistas en la primera obra caracterizaron sus personajes de forma en la que la parte actuada y la cantada fuera equilibrada. Los británicos Nicholas Garret y Jeni Bern, formaron un dúo que supo sostener muy bien el peso de la obra. El bajo-barítono que encarnó a Dick Trevor mantuvo el porte vocal y fue solvente en escena. Ayudó a lograr el equilibrio de la pareja la soprano Jeni Bern, en el papel de su hermana Susie Trevor, que mostró dominio y desenfado escénico, aportando jovialidad y frescura al papel. Su voz fue comedida y uniforme con toques de color muy logrados en sus modulaciones vocales. Destacó la interpretación del famoso tema The man in love que se ha incluido en esta versión. El barítono estadounidense Troy Cook, cuya trayectoria en teatros de ópera europeos no ha cesado desde su presentación en la Ópera de Hamburgo en el año 2010 como Marcello en La Bohème, desempeñó uno de los papeles fundamentales en la trama y dio carácter válido a su personaje tanto en el aspecto vocal como en el actoral. La millonaria Josephine fue representada por la actriz vasca Gurutze Beitia, de reconocida trayectoria por los coliseos españoles. La otra pareja de cantantes en escena fueron el barítono Sebastià Peris y la mezzosoprano Letitia Singleton. Su participación vocal fue correcta y su actuación como complemento a la trama principal resultó efectiva. El resto de componentes del elenco fueron actores, músicos y actores-cantantes, cuyo peso escénico tenía tanto o más valor que las ejecuciones vocales. La actriz-cantante Talía del Val fue adecuada en el rol de Shirley Vernon, defendiendo la parte cantada que le correspondía. En este punto, no debemos olvidar que nos encontramos frente a un musical, y no una obra lírica. De esta manera debemos tener en cuenta el balance y la calidad de las voces que enfrentaron los diferentes roles. Fantástica interpretación de los músicos en escena y del cuerpo de baile.
Luna de miel en El Cairo contó con un reparto de cantantes experimentados que demostraron no solo firmeza vocal avalada por una amplia trayectoria como es el caso de la soprano Mariola Cantarero o la mezzosoprano María José Suárez, sino que nos deleitaron con su presencia en escena, arrancándonos más de una carcajada. La joven soprano Ruth Iniesta demostró valía vocal con un canto seguro y redondo. Junto a ellos el asiduo y querido tenor Enrique Viana, valor seguro, nos hizo divertir y disfrutar con sus formas y su canto. Todo ello sin olvidar la potencia vocal y el característico y profundo timbre del barítono Manel Esteve. Junto a ellos el también barítono David Menéndez y la eficaz labor del actor Eduardo Carranza. Todo estuvo amalgamado bajo la batuta del director, pianista, compositor y arreglista estadounidense Kevin Farrell, que se colocó en esta ocasión al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid y del Coro del Teatro de la Zarzuela. Ambas agrupaciones realizaron una extraordinaria labor musical, que pecó de exceso de volumen en algunos momentos, cuestión que no fue bien controlada por la batuta, pero que, por otro lado, aportó dinamismo y agilidad a la función, que se mantuvo siempre en un punto álgido. En cuanto a la parte escénica y la escenografía, Emilio Sagi y su equipo nos trasladaron al mismo corazón de Brodway y nos hicieron disfrutar del espíritu neoyorkino de los años veinte con Lady, be good, incluyendo acertados números de baile de la época. En la segunda obra, nos trasladaron a una España que seguía el ejemplo los gustos centroeuropeos, consiguiendo una representación desenfada, con aire de revista y vodevil, tal y como el maestro Alonso la concibió en su día.