Teatro Real de Madrid: “Die Zauberflöte”

Teatro Real de Madrid – Temporada Lírica 2015/2016
“DIE ZAUBERFLÖTE” (La flauta mágica)
Singspiel en dos actos, Libreto de Emanuel Schikaneder
Musica de Wolfgang Amadeus Mozart
Sarastro/Orador CHRISTOF FISCHESSER
Tamino JOEL PRIETO
La Reina dela Noche ANA DURLOVSKI
Pamina SOPHIE BEVAN
Primera dama ELENA COPONS
Segunda dama GEMMA COMA-ALABERT
Tercera dama NADINE WEISSMAN
Tres niños CATALINA PELÁEZ, CELIA MARTOS, PATRICIA GINÉS
Papagena RUTH ROSIQUE
Papageno JOAN MARTÍN-ROYO
Monostatos MIKELDI ATXALANDABASO
Dos hombres con armadura AIRAM HERNÁNDEZ, DAVID SÁNCHEZ
Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real
Pequeños Cantores de la ORCAM
Director musical Ivor Bolton
Director del coro Andrés Máspero
Fortepiano/Glockenspiel Luke Green
Directora de Pequeños Cantores Ana González
Directores de escena Suzanne Andrade, Barrie Kosky
Concepto 1927 (Suzanne Andrade y Paul Barritt)y Barrie Kosky
Animador Paul Barrit
Escenógrafa y figurinista Esther Bialas
Iluminador Diego Leetz
Dramaturgo Ulrich Lenz
Producción de la Komische Oper de Berlín
Madrid, 19 de Enero de 2016   
La producción firmada por Barrie Kosky y realizada por Suzanne Andrade y Paul Barritt, componentes de la compañía 1927, creada en Londres en 2005, prácticamente no ha dejado de girar por diferentes teatros desde que se estrenó en la Komische Opera de Berlín en 2012. Y tampoco ha dejado de cosechar éxitos. La genialidad con la que se conjugan los elementos en esta mágica producción no deja espacio para la indiferencia ni el aburrimiento. Partiendo de una estética basada en las películas de cine mudo de los años 20 del pasado siglo del genial Buster Keaton y agregando una animación divertida, fresca y de gran movimiento, los creadores de esta Flauta mágica consiguen recrear un ambiente sorprendente donde el espectador acaba sumergiéndose en un mundo fantástico. Los diálogos hablados están integrados y proyectados en las cartelas con el texto original y acompañados por fragmentos de la Sinfonía en do menor de Mozart interpretados al pianoforte por Luke Green. En cuanto a la simbología y el mensaje, no podemos dejar de referirnos al gran debate que gira en torno al argumento de Schikaneder y la ópera en su conjunto. ¿Cuento de hadas, ficción, alegoría moral, masonería, esoterismo? No resolveremos aquí las dudas que por tantos años son caldo de cultivo para las suposiciones, afirmaciones, negaciones y discusiones pero, sí dejamos un espacio para la reflexión lanzando para ello algunas claves: el origen y destino del encargo que se le hizo a Mozart de la partitura, los propios círculos del compositor, los nombres dados a los personajes, ¿cuento infantil?, ¿mensaje para la humanidad? Dos preguntas que a pesar de aparentar estar muy lejos la una de la otra pueden tener sin ninguna duda un punto de convergencia y compartir un contenido común esencial. Adentrándonos en la otra parte, la de llevar a cabo la misión de trasladar todas esas intenciones ocultas, o no, en la genialidad de la partitura de Mozart, debemos felicitar de antemano a todo el equipo técnico y artístico por la labor realizada ya que el reto es de reconocido valor. La precisión requerida por parte de los cantantes es extraordinaria ya que cada gesto debe estar perfectamente medido para poder interactuar con las imágenes proyectadas, en lo que conforma una película de animación. Por otro lado, la escenografía virtual está soportada por paneles de los que casi literalmente cuelgan los artistas par interpretar sus partes. Unas “ventanas” que se abren y cierran son el marco para sus intervenciones, ventanas con una pequeña peana en la que se colocan y donde caben poco más que sus dos pies. La caracterización también es acorde al lenguaje corporal que se empleaba en el cine mudo de la época, con pintura blanca en el rostro, para poder resaltar los gestos y el lenguaje corporal.
En cuanto al reparto, sobresaliente por adelantado para todos por el gran reto que supone cantar en esta producción. Evaluando uno a uno, podemos decir que hubo bastante igualdad. Voces que llegaban sin gran alcance ni potencia, pero con una precisión y corrección extremas, teniendo en cuenta la posición y lugar desde el que eran emitidas. Excepción en este aspecto la del bajo Christof Fischesser cuya voz alcanzó una profundidad que nos envolvió sobre todo con la deliciosa aria y canto a la humanidad “In diesen heil´gen Hallen Kennt man die Rache nicht”. La otra excepción fue la voz e interpretación del tenor Mikeldi Atxalandabaso en el papel de Monostatos, cuya proyección vocal tuvo un mayor alcance y nos hizo vibrar con su excelente interpretación. Siguiendo con los personajes masculinos, tanto el Tamino de Joel Prieto como el Papageno de Joan Martín-Royo estuvieron marcados por la perfección gestual y del lenguaje corporal. En cuanto a la interpretación vocal, Joel Prieto no derrochó pasión en su canto pero tampoco dejó falto de estilo a su Tamino. La sujeción a la que estaban sometidos y la concepción teatral minó de alguna manera el potencial vocal de los protagonistas. Papageno nos divirtió con sus juegos y su gato virtual que le acompañó toda la representación y tuvo una buena respuesta vocal. Las limitaciones de movimiento impuestas por la producción se dejaron notar también en la Reina de la noche, la soprano macedonia Ana Durlovski, que cantó con precisión y corrección sus difíciles pasajes de coloratura y con una frialdad muy acorde a su personaje. La Pamina de Sophie Bevan derrochó más calor vocal y nos transmitió un mensaje más cercano. Su voz redonda y su color con un tinte de oscuridad dieron calidez a su personaje. La esperada Papagena, interpretada por Ruth Rosique, hizo no solo brotar la sonrisa de Papageno, sino la del público en general con su divertida entrada en escena. Tanto las Tres damas, encarnadass por las catalanas Elena Copons y Gemma Coma-Alabert, junto con la berlinesa Nadine Weissmann, como los Niños cantores, estos últimos interpretados por las jóvenes pertenecientes a los Pequeños Cantores de la ORCAM, y Airam Hernández junto con , como Hombres con armadura, superaron las dificultades con destacada nota. La dirección de Ivor Bolton fue exquisita y llevó a la ÖOrquesta y Coro Titular del Teatro Real por unos caminos llenos de acertada intención, con una lectura personal e intimista de la partitura.